Tener  una relación estrecha con Dios, requiere disciplina, determinación y una inversión  significativa de  tiempo y esfuerzo. 

Dios quiere que maduremos, por lo que revelará aspectos de nuestra vida de los que debemos ocuparnos. 
 

Pese a todos nuestros esfuerzos, nunca podremos ser capaces en nuestras propias fuerzas de vivir una vida cristiana victoriosa. Aunque nos desanimemos porque parezca que las viejas actitudes de la carne estén ganando la batalla, el Señor nos recuerda que no renunciara a cumplir su propósito en nosotros.

Todos tenemos algo fijo en esta vida: problemas. ¿Qué le motiva a Usted a perseverar en medio de las pruebas? Cuando surjan dificultades. ¡No se rinda! Dios puede sacar algo bueno, de una mala situación.

Tenemos un enemigo muy real que busca derrotarnos e impedir que nos convirtamos en lo que Dios quiere que seamos. En consecuencia, debemos estar siempre listos

El contentamiento verdadero se encuentra en una vida que refleje las prioridades de Dios.   

Aunque caigamos de nuevo en los viejos hábitos pecaminosos y nos sintamos frustrados, la Biblia nos asegura que no hay pecado tan grande o más frecuente en nuestra vida, que la capacidad de Dios para perdonarnos. 

El maligno sabe que el miedo puede ahogar nuestra fe. Sin embargo servimos a un Dios Todopoderoso que nos dice “siempre te ayudaré”

(Isa. 41:10)

Jesús nunca pintó a sus discípulos un panorama color de rosa. Indicó muy claramente que convertirse en un discípulo suyo demandaría abnegación, sacrificio y sufrimiento.

Hablar con Dios en oración es un medio, no un fin. Pero ¿un medio para qué? Debemos recordar, que la oración no es un fin para conseguir lo que queremos. Sino el medio donde armonizamos nuestros deseos con lo que el Señor quiere para nosotros.