“Pacientemente esperé a Jehová, Y se inclinó a mí, y oyó mi clamor. Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; Puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos." (Salmo 40:1-2) 🕊

Cuando se siente desanimado ¿Qué hace? ¿A quién acude? ¿Espera con una fe expectante lo que el Señor hará? ¿O elige permanecer en las profundidades del pesimismo? Si este es su caso probablemente lo último que usted desee hacer en medio de una situación difícil es leer la Biblia y ponerse a orar en ese preciso momento. Quizás Usted prefiera culpar a Dios al permitir que le ocurran circunstancias dolorosas, o tal vez pretenda culpar a otros. Seamos sinceros, en un momento u otro, todos hemos experimentado momentos de desaliento. Tal vez debido a un suceso lamentable o por causa del cansancio derivado de las presiones cotidianas. El desánimo es una de las municiones más efectivas de la artillería de Satanás; Sabe que si puede echar por tierra nuestro estado de ánimo, nos inutilizara al dividir nuestra mente lo cual, afectara cada decisión que tomemos basados en nuestros sentimientos. Al permitir que las frustraciones se intensifiquen y afecten nuestra manera de pensar, habrá efectos visibles en nuestra conducta. Simplemente, nuestras palabras y acciones lo revelarán.

El desánimo puede afectar negativamente las relaciones con aquellos que nos rodean, pues a nadie le gusta estar cerca de personas pesimistas y amargadas. El desanimo también puede disminuir nuestra productividad como creyentes en cualquier contexto de nuestra vida diaria debido a la pérdida de la autoestima. Nos enfocamos en las circunstancias o en cómo nos sentimos en lugar de reaccionar de acuerdo a nuestra posición en Cristo.

Pero la derivación más grave del desánimo, será un peligroso extravío en su vida espiritual. Dios le parecerá distante, indiferente a sus problemas y necesidades o incluso hasta ausente. Las disciplinas espirituales que antes eran el deleite de su vida como la adoración, el estudio de la Palabra de Dios y la oración, se quedarán a medias o interrumpidas. Y en poco tiempo, se verá rodeado de sus frustraciones y su negatividad como si fueran muros demasiado altos de los cuales no pueda escapar.

Las conductas antes descritas no son consecuentes con un discípulo de Cristo. Sin embargo, son bastante evidentes entre muchos cristianos. Los primeros versículos del Salmo 40 hablan de la experiencia de la misericordia de Dios en tiempos de crisis; un recordatorio constante de que el Señor puede sacarnos del desaliento:

“Pacientemente esperé a Jehová, Y se inclinó a mí, y oyó mi clamor.

2 Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; Puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos.

3 Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios. Verán esto muchos, y temerán, Y confiarán en Jehová.

4 Bienaventurado el hombre que puso en Jehová su confianza, Y no mira a los soberbios, ni a los que se desvían tras la mentira.

5 Has aumentado, oh Jehová Dios mío, tus maravillas; Y tus pensamientos para con nosotros, No es posible contarlos ante ti. Si yo anunciare y hablare de ellos, No pueden ser enumerados.”

Al igual que el Salmista, convierta su desesperación en una petición de ayuda al Señor. Meditar en su Palabra puede renovar sus esperanzas y evitar que las emociones negativas controlen su mente. El Señor puede tomar una situación que a Usted le parezca irremediable, sea cual sea, y sacar de ellas las lecciones más maravillosas que usted pueda imaginar. ¡Él está activamente involucrado en nuestras vidas!  Aunque el desanimo inunde en este momento su mente y corazón, no se permita quedarse en ese estado. Clame a Dios por dirección, y Él le responderá dándole una fortaleza maravillosa que  le hará no desfallecer ante la adversidad. Una confianza que no se dejara influir por el razonamiento humano, una paz que no cederá a las presiones diarias de la vida, un gozo persistente que no se turbara por las emociones y poder de lo alto para no darse por vencido. ¡Qué motivo de alabanza y confianza en nuestro Dios! Pero esta actitud de confianza, gozo y paz en medio de los problemas, no es natural en el corazón humano; es el efecto de la Palabra de Dios y de recordar su fidelidad a lo largo de nuestra vida.

El pozo de la desesperación  puede ser una enfermedad, una necesidad imperiosa de carácter económico, una crisis familiar o de otra índole. Pero cualquiera que sea su situación actual, Dios quiere sacarle del lodo cenagoso de la desesperación y llevarlo a la roca firme. El desanimo solo lo alejara de Dios quien es su Ayudador. Si Usted es creyente, ruego que el Espíritu Santo le de esta comprensión. ¡Alabe a Dios! Piense en el plan que El tiene para Usted a través de su presente prueba. ¡No quiera estorbar la gloria de Dios! Que ante todo, su primer interés sea que el Nombre de Cristo sea engrandecido a través de su respuesta gozosa y confiada ante las dificultades y presiones diarias. Recuerde que Dios le ama y ha prometido ayudarle. (Isaías 41:10) Memorice hoy este hermoso pasaje y ore de la siguiente manera:

“Padre Celestial, se que Tú estás conmigo en el dolor; tienes el control de mi vida. Y aunque no lo entienda en este momento, se que has permitido esta situación  por una razón; Eres bueno, y basado en ese conocimiento que tengo de ti, no permitiré que la tristeza y el desanimo sean en vano.  En lugar de entregarme a la autocompasión, elijo creerte a Ti, dar un paso de fe y salir en tu nombre del foso emocional. Amén.” 🙏