“Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría.” (1 Pedro 4:12-13) 🕊

¿Qué es lo que Usted hace cuando lo que Dios permite en su vida no tiene sentido? ¿A quién le confiesa sus pensamientos inquietos? ¿A quién acude para que le aconseje? ¿Qué actitudes ven en Usted, aquellos que le rodean cuando su fe es sacudida impetuosamente? Todos hemos sido testigos o protagonistas de historias de aflicciones y sufrimientos inexplicables a lo largo de nuestra vida.  No  es fácil cuando llega el momento, racionalizar una enfermedad como  el cáncer, insuficiencia renal, problemas cardíacos, desastres naturales, desdichas como el hambre, la soledad, el rechazo, fracaso, infertilidad, viudez, en fin, la lista de sufrimientos que experimentamos los seres humanos podría ser interminable.

En algún momento, es probable que se haya preguntado ¿por qué un Dios bueno y amoroso permite el sufrimiento? Sin duda, esta es una pregunta que la gran mayoría de la gente se ha esforzado en contestar. Pero, un Dios Soberano, Todopoderoso, infinitamente sabio y Creador del universo, no se apresura en darnos explicaciones de todo lo que hace y permite en nuestra vida. En  Isaías 55:8-9  el Señor nos dice: "Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, declara el Señor. Porque como los cielos son más altos que la tierra, así mis caminos son más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos" Aunque la vida está llena de dificultades, dolor y sufrimiento, en las manos de un Dios  soberano en control, perfecto en amor, e infinito en sabiduría, nuestras aflicciones son utilizadas para propósitos eternos. ¡Qué envanecidos somos cuando cuestionamos la manera en que el Señor actúa en nuestras vidas, y dudamos de su omnipotencia y sabiduría infinita!

En su carta a los Romanos 11:33  el apóstol Pablo enseña que los juicios de Dios son "insondables", y sus caminos "inescrutables". Una manera de hablar parecida a ésta, la encontramos en 1 Corintios 2:16 donde dice: "Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá?"  Lo que  en un sentido práctico quiere decir, es que muchas de nuestras preguntas, particularmente las que comienzan con un “¿por qué Dios?”, tendrán que quedarse sin respuesta en esta vida.

Pero cualquiera que sea el origen de nuestro sufrimiento, podemos estar seguros que si Dios lo ha permitido,  es porque tiene en mente un propósito amoroso y una razón válida. El sufrimiento y la angustia, suelen atraernos a Dios como un poderoso imán. Es en tiempos de  dolor que a menudo acudimos a Él en busca de su auxilio.

Tal vez usted se encuentre luchando con una situación sin sentido, pero si Usted es creyente, Dios también permite el sufrimiento para revelarnos aspectos en nuestra vida que requieren atención de nuestra parte ya que, en la lista de prioridades del Padre Celestial esta primero su deseo de conformarnos a la imagen de su Hijo Jesucristo. Y pocas cosas pueden lograr una conducta piadosa en el creyente como la aflicción. En el libro de los Salmos 119:67- 68 leemos: “Antes que fuera yo humillado, descarriado andaba; Mas ahora guardo tu palabra.  Bueno eres tú, y bienhechor; Enséñame tus estatutos.” Más adelante en el versículo 71 dice: “Bueno me es haber sido humillado, Para que aprenda tus estatutos.” 

En relación a este asunto Jesús dijo: “Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto.” (Juan 15:1-2)

Con esto en mente, recuerde que seguir los pasos de Cristo implica tomar la cruz cada día, someternos a su Señorío en amorosa obediencia aun cuando el proceso de santificación sea doloroso. “Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación”.  (2 Corintios 1:5)

Al aceptar tomar parte en la "participación de los padecimientos de Cristo" (Fil 3:10) hallamos consuelo pues aprendemos a conocerlo mejor y nuestra relación con Cristo se profundiza.

Todos hemos experimentado el sufrimiento en distintas formas a lo largo de nuestra vida. También, hemos reaccionado de diferentes maneras, desde el desconcierto hasta el desánimo. Las dudas surgen en momentos de gran aflicción, pero es posible hallar seguridad y reposo en la sabiduría eterna de la Palabra de Dios. De manera que, podemos confiar en el Señor y en su amor por nosotros, aun cuando no entendamos lo que él esté haciendo.

Cualquiera que sea su situación en este momento, Usted puede estar enteramente persuadido de esto: “El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente. Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; Mi Dios, en quien confiaré.” (Salmos 91:1-2) El puede tomar en sus manos cualquier carga que le esté agobiando. Y antes de que Usted esté listo para recibir la respuesta, el alivio o la salida que busca, Dios dice: "Estad quietos, y conoced que yo soy Dios" (Salmo 46:10).🙏