top of page

LA BIBLIA COMO UN ESPEJO

mié, 29 jul

|

Misión Sembrar 🌻

La Palabra de Dios es como un espejo, ¿A quién ve usted cuando se mira en ese espejo espiritual? ¿Ve a Jesucristo? ¿Le muestra su fuerte deseo de conocerlo, el firme compromiso de andar con Él, y de tenerlo en primer lugar? ¿O ve el reflejo de un creyente indiferente?

Gracias por su atencion. Esperamos haya sido de bendicion para su vida.
Ver otros contenidos.
LA BIBLIA COMO UN ESPEJO
LA BIBLIA COMO UN ESPEJO

¡Sembrando la buena semilla!

29 de jul de 2020, 3:34 p. m. – 11:54 p. m.

Misión Sembrar 🌻

Acerca del devocional

“Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era. Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace.” (Santiago 1:23-25)RV60 🕊

En los versículos 23 y 24 Santiago nos muestra un cuadro lo suficientemente descriptivo del individuo que escucha y no hace nada al respecto. Es como el hombre que mira el reflejo de su rostro en un espejo, se ve así mismo y luego se marcha sin recordar en lo más mínimo su apariencia externa. En aquellos días, los espejos se elaboraban en metal pulido, y actualmente se fabrican de vidrio plateado. Pero la  analogía sigue siendo la misma: vemos nuestras imperfecciones en el espejo. Pero en cualquiera de los dos casos, nos olvidamos rápidamente cuál era nuestra apariencia. El  simple hecho de que estemos corriendo periódicamente hasta un espejo para asegurarnos de nuestra apariencia, es una clara demostración de lo ya afirmado. No podemos recordar cómo nos veíamos hace una hora. 

Cada mañana frente al espejo el golpe que recibimos es descomunal. Nos preguntamos: “¿En serio ese de ojos hinchados soy yo?” Esa primera ojeada en el espejo que nos muestra tal como somos antes de que ocultemos nuestras imperfecciones nos desanima un poco. Nuestra cara de la mañana con el cabello desordenado y los ojos hinchados es algo que deseamos olvidar de inmediato. 

De la misma forma  que un espejo, la Palabra de Dios nos ofrece un reflejo de nosotros mismos pero interno, no lo que vemos por fuera, sino lo que hay en nuestro corazón. Se cuenta de un caballero ochentón que era muy corto de vista, le gustaba pavonearse de su experiencia y conocimiento como crítico de arte. Pues bien, cierto día que este caballero y su esposa acompañaban a unos amigos a una galería de arte, él se propuso servirles de guía para lucirse y desbordar ante los presentes su gran conocimiento sobre la materia.

Desafortunadamente para este Señor, había dejado sus anteojos en casa  pero esto no lo desánimo en lo más mínimo. Así que, se paró frente a un gran marco  que colgaba de una pared y comenzó a exponer: “en primer lugar”dijo el anciano, “este marco antagoniza con el tema del cuadro” su esposa que se hallaba de pie atrás del grupo de personas, empalideció visiblemente. “En cuanto al contenido del mismo” (comentó el caballero) “es demasiado vulgar, excesivamente grotesco como para que se haga un cuadro de este individuo”. Mientras tanto, su esposa ahora ya frenética trataba de callarlo. Pero el caballero insistía en seguir luciéndose: “El rostro de este sujeto debiera tener al menos algo de carácter” Su esposa quien ya había logrado llegar al frente le dijo: “Cariño, lo que estás mirando es tu reflejo en un espejo”  Del mismo modo, la Palabra de Dios es como un espejo que nos muestra un retrato exacto de nosotros mismos, nos muestra lo que somos sin nuestro camuflaje. No nos gusta lo que vemos y decimos: “¿De verdad este soy yo?”   

Con esta analogía del espejo, Santiago nos habla del creyente que ve las cosas que están mal en su vida, luego se va sin prestar cuidadosa atención y de pronto se olvida. Pero Santiago insiste: “¡Mire otra vez y mire bien, no solo de una ojeada!”,  en el versículo 25 dice: “Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace.”

En el versículo 24, Santiago estaba hablando de echar una mirada apresurada para luego irse, pero aquí en el versículo 25 el verbo que usa ("el que mira atentamente") significa “inclinarse sobre un espejo”  “examinando con mucho cuidado lo que revela”  Probablemente usted siga refunfuñando y se pregunte: ¿Mirarme tal como soy? ¿Quién lo necesita?  “¿Quién desearia mirarse otra vez, si todo lo que puedo ver son únicamente mis debilidades y faltas?” “A nadie le gusta su cara de la mañana. Me parece que sería más feliz si mejor leyera algo de psicología moderna que me diga lo hermoso, capaz, inteligente y buena persona que soy, me gusta cómo me veo con el camuflaje y deseo permanecer de ese modo”

Si Usted piensa de esta manera permítame contarle una maravillosa historia acerca de un par de peregrinos que se encontraba viajando hacia la ciudad celestial. (Le estoy hablando del famoso libro: “El Progreso del peregrino” de Bunyan)

En el relato, estos dos peregrinos llegaron a lo alto de una montaña y fueron a dar con unos pastores. Los cuidadores de ovejas les dieron a estos viajeros un hermoso espejo. Ahora bien, este espejo era único y muy especial. Por un lado, reflejaba a quien se mirara en el con sus propias características, pero al voltearlo del otro lado, mostraba el rostro del mismísimo Príncipe de los peregrinos. Efectivamente, al voltear el espejo podían ver la misma corona de espinas sobre su cabeza como también los agujeros en sus manos, pies y costado. Evidentemente que ese espejo del relato de Bunyan, les daba a estos peregrinos la visión de Jesucristo, si es que tenían el propósito de verlo.

¿A quién ve cuando se mira en este espejo espiritual? ¿Ve a Jesucristo?, siga mirando en el espejo de la Palabra de Dios. Su señor está en ese espejo, si es que usted tiene el interés y deseo de verlo. Una revista o un libro de psicología moderna  le dirá que se conozca a sí mismo, que se acepte a sí mismo y que se perdone así mismo, pero en la palabra de Dios, usted puede conocerse a sí mismo tal como es delante de Dios con la iluminación del Espíritu Santo y aceptarse a sí mismo porque Dios lo ha aceptado y perdonado a Usted en el caso que sea creyente. Y mientras más detenidamente mire a través del espejo de la Palabra de Dios, más claramente se dará cuenta de quién es Usted, de lo que Jesucristo ha hecho por usted, y lo que El desea continuar haciendo en Usted. 🙏

Compartir devocional

bottom of page