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UNA LENGUA CONTROLADA

dom, 18 oct

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Misión Sembrar 🌻

¿Qué dicen nuestras palabras acerca de nosotros? Dios quiere que aprendamos a utilizarlas de maneras que le glorifiquen a Él y bendigan a los demás. La mejor manera es saturar nuestra mente de la Palabra de Dios. para que la palabra de Cristo “more en abundancia” en nosotros (Col 3:16).

Gracias por su atencion. Esperamos haya sido de bendicion para su vida.
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UNA LENGUA CONTROLADA
UNA LENGUA CONTROLADA

¡Sembrando la buena semilla!

18 de oct de 2020, 5:12 p. m. – 11:52 p. m.

Misión Sembrar 🌻

Acerca del devocional

“Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, !!cuán grande bosque enciende un pequeño fuego!” (Santiago 3:5)

📌 Para aprovechar al máximo este devocional, lea (Santiago 3.1-12) Antes de leer, ore y pida al Espíritu Santo que le guíe a la verdad que se encuentra en este pasaje. Pero sobre todo, confíe en el Espíritu Santo. Él es el mejor Maestro.🕊

“Cuando tengo que decir algo, yme gusta usar palabras fuertes. A veces es necesario decir las cosas como son para aclarar una situación.” “Yo digo lo que pienso aún cuando duela”. “Bueno, mi intención no es causar daño, solo quiero que ellos comprendan la situación y procuró que la gente sea mejor.” “Cuento los errores y las debilidades de la gente a otras personas para que podamos orar por ellos.”

La lengua es un miembro de nuestro cuerpo que puede tomar diversas formas y facetas. Mucho se ha dicho acerca de la de ella pero Jamás alguien ha escrito algo que pueda igualarse a lo que Santiago en su carta dice respecto de la lengua.

Tal vez Usted se pregunte “¿cómo puede la Biblia darle tanta importancia a ese pequeño trozo de carne entre las mandíbulas?” Santiago responde de la siguiente manera: “He aquí nosotros ponemos freno en la boca de los caballos para que nos obedezcan, y dirigimos así todo su cuerpo. Mirad también las naves; aunque tan grandes, y llevadas de impetuosos vientos, son gobernadas con un muy pequeño timón por donde el que las gobierna quiere.” (Stgo 3:3,4)

Sigamos leyendo: “Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego! Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno.” (Stgo 3:5,6)

En otras palabras, la lengua es capaz de hacer que la vida se convierta en un verdadero infierno. La imagen de un incendio forestal es bastante conocida por todos. Desde niños, se nos ha enseñado que debemos prevenirlos y temerlos. De la misma forma, la palabra de Dios nos habla del daño incalculable que puede hacer nuestra lengua. Al igual que un incendio de bosque, la devastación y ruina pueden ser de gran magnitud. Una palabra descuidada, un rumor mal intencionado, una palabra sucia, un poco de difamación, chisme o maledicencia, pueden arruinar a una persona aunque se encuentre a muchos kilómetros de distancia. Una vez encendida la chispa, el fuego se vuelve incontrolable y cuando el daño ya está hecho,  ya no podemos retirarlo. Pero la lengua no tan solamente hace daño a otras personas, también puede hacernos una zancadilla a nosotros mismos.

Continuemos leyendo el capitulo tres de Santiago: “Porque toda naturaleza de bestias, y de aves, y de serpientes, y de seres del mar, se doma y ha sido domada por la naturaleza humana; pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal. Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios. De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así. ¿Acaso alguna fuente echa por una misma abertura agua dulce y amarga?” (Stgo.3:7-11)

De manera que, en ningún otro miembro de nuestro cuerpo es más evidente este conjunto de contradicciones que en nuestra lengua. Con ella podemos llevar palabras de consuelo y amistad, y también el aguijón del rencor y de la humillación. La realidad, es que nadie puede dominar en sus propias fuerzas la lengua. Es un mal inherente en nuestra naturaleza pecaminosa, siempre expuesto a desatarse y el veneno que esparce es mortal. A todos nos ha pasado pues todo tiene comienzo en nuestro corazón.

En Mateo 26:35 leemos: “Pedro le dijo: Aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré. Y todos los discípulos dijeron lo mismo.” Pero sabemos que horas más tarde negó a Cristo con juramentos y maldiciones. (Mateo 26:69-75) El apóstol Juan, el mismo que más tarde escribió: “Amados, amémonos unos a otros; porque elamor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios.” (1 Juan 4:7) quería hacer descender fuego del cielo para que consumiera una aldea entera en samaria, (Lucas 9 51-56). 

Tal vez, con todo lo que hemos visto hasta el momento Usted se pregunte: “¿puede la lengua ser controlada?” Bueno, puede hacerse de manera semejante a la diabetes, la cual puede ser controlada pero no curada y he aquí la prescripción bíblica: En primer lugar: examine su corazón. En Mateo 12:34 Jesús dice: “¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca.” Luego, en Proverbios 4:23 leemos: “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida.”

En segundo lugar: hablé con Dios acerca de ello. Pídale con sinceridad que le ayude con el problema.  Haga suyas las palabras del Salmista: “Pon guarda a mi boca, oh Jehová; Guarda la puerta de mis labios.” (Salmos 141:3) También, en el Salmo 19:14 leemos: “Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, Oh Jehová, roca mía, y redentor mío.”

Para el creyente, controlar la lengua no se trata de una batalla perdida. Humanamente hablando lo es, pero con un corazón totalmente rendido a Cristo, una voluntad controlada por el Espíritu Santo y una mente saturada de la Palabra de Dios la victoria es segura. De cualquier forma, es una batalla y habrá que pelearla día a día.

Solo imagine los problemas que usted se evitará si aplica a su vida cotidiana la enseñanza del capítulo tres de Santiago. Le aseguro que se va a sorprender. Sus relaciones con aquellos que le rodean mejorarán, no habrá más remordimientos ni sentimientos de culpa como los que sentía cuando cortaba a alguien en pedacitos que no podían recogerse porque ya no lo hará más bajo la influencia santificadora del Espíritu Santo, descubrirá que la gente de la que usted pensaba era imposible de congeniar, no son tan malos como creía, tampoco sentirá la necesidad de utilizar ese lenguaje profano que ofende la santidad de Dios, ni valerse de “mentiras piadosas” y sobre todo, Usted estará honrando a su señor.

Habrá ocasiones en que nos sentiremos tentados a hablar mal de otros, a expresarnos con lenguaje inapropiado ante una dificultad o problema inesperado, otros nos abordaran con hostilidad, pero cualquiera que sea el caso, debemos recordar la instrucción del apóstol Pablo: “Sea vuestra palabra siempre con gracia… para que sepáis cómo debéis responder a cada uno” (Col 4.6). Después de todo, una palabra amable y una actitud gentil, reflejaran nuestra semejanza de Cristo, incluso en esos momentos de tensión donde decidimos callar, en lugar de lanzar una respuesta hiriente que tengamos en la punta de la lengua que nuestra carne, quiera hacernos soltar. 🙏

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