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"TESOROS DEL CORAZON" Historias de fe que edifican.

Era un hermoso día cálido, en Tegucigalpa, el 28 de julio del 2006. El lugar estaba lindamente decorado.  La música, las flores, y la comida estaban simplemente perfectas. Nuestras familias y amigos estuvieron juntos durante este importante evento. Nos miramos el uno al otro tiernamente cuando dijimos, "sí, acepto."

Sonrío cuando pienso en una de las bendiciones más maravillosas que el Señor me ha dado: la bendición del matrimonio. Cada vez que pienso en la bendición que mi esposa María del Carmen es para mí,  desde que la conocí hace 17 años, en el Colegio Héctor Pineda Ponce le doy gracias al Señor. Desde entonces, nos hemos jurado fidelidad el uno al otro.

Una de las cosas más importantes para mi esposa desde muy joven, ha sido la iglesia y por supuesto: su relación con Dios.  Todavía recuerdo aquellos años de nuestra juventud cuando solamente éramos muy buenos amigos. Ella siempre estaba allí, comprometida todos los domingos y otros días de la semana sirviendo al Señor como maestra bíblica para niños.  En aquel entonces, yo todavía no tenía una relación personal con Dios por medio de Cristo, pero la conversión genuina de la que sería  mi esposa en un futuro, era tan evidente que no tarde mucho en notar la diferencia. Para ella, era imposible esconder la verdad de Dios. Siempre fue una mujer casta, decorosa y respetuosa de sí misma. Su amor genuino y fidelidad al Señor sin duda influyeron en mi para entregarle después mi vida a Jesucristo. Así que, Después de un tiempo,  tomé el paso más importante de mi vida y  Jesús me dio una nueva vida.   


¡No hay nada mejor que conocer al Dios vivo personalmente! ¡Que satisfacción, que gozo, que seguridad y que paz completa!  Yo nunca imaginé que tanta plenitud fuese posible.   Desde aquel día, Jesús se ha convertido en mi “Primer Amor” hasta el día de hoy.


Cuando Dios instituyó el matrimonio creó una relación para toda la vida, una unión que habría de encontrar su fortaleza y duración en Él. El voto del matrimonio es la expresión de un compromiso de por vida. “De ahora en adelante” significa por el resto de la vida “cuando me comprometí ante Dios, dije: “en las buenas y en las malas” y “en la salud y en la enfermedad” lo dije en serio. Y como resultado de ello, Dios nos ha hecho a ambos, increíblemente felices.

Poco tiempo después de mi conversión, y de que nuestra relación con María del Carmen pasara de una bonita amistad a un noviazgo formal,  fue cuando sentí que el Señor me pedía un compromiso mayor.  “¿Denis, estas dispuesto a entregarme  tu relación amorosa en el altar?”  Esta pregunta me persiguió por un tiempo, porque yo sabía que Dios me estaba pidiendo que confiara en él en esta nueva etapa del matrimonio. Yo estaba seguro que Dios quería llevarme a un caminar más profundo con él.  Cuando Dios instituyó el matrimonio creó una relación para toda la vida, una unión  que habría de encontrar su fortaleza y duración en Él.  Mi  esposa es: “la mujer de mi juventud, mi compañera, y la mujer de mi pacto con Dios”. (Cantares 2.16)


Nuestros lazos no son como las bellas cintas de seda que se atan a los regalos de boda. Más bien se han forjado  como el acero bajo el fuego de las pruebas, en las adversidades y grandes necesidades, las cuales, dentro del plan de Dios  han redundado para bien nuestro forjando nuestro carácter y por consiguiente, uniéndonos más, tal como la Biblia lo dice: “Las muchas aguas no podrán apagar esa clase de amor, ni lo ahogarán los ríos” (Cantares 8:6-7) Recuerdo que, cuando nos casamos en el 2006, nos fuimos a vivir con mi esposa a la colonia Villa Nueva salida al sur, en Tegucigalpa. En frente de la casa que ocupábamos con mi familia, había una iglesia evangélica llamada: “DIOS VIVIENTE”, fue allí donde por primera vez  comencé a congregarme.   

Fui impactado por el testimonio de algunos vecinos y una tía que insistentemente me invitaban. Una vez que tomamos la decisión de asistir, nos abrieron las puertas de la iglesia, de sus hogares y de sus corazones aunque para esta congregación éramos completamente desconocidos. Luego hice amistades con muchos hermanos en la fe. Ahora, nuevos deseos me embargaban. Y Cada día me sentaba en la cama de nuestra habitación a leer y meditar en la Palabra de Dios. Desde ese entonces son para mí, como agua para mi corazón sediento.



Para los próximos años el Señor continuó derramando más y más bendiciones sobre nosotros. Vinieron nuestros cuatro hermosos hijos: María Alejandra, Lidia Elizabeth, Ángel Daniel y Dennis Jafet. ¡Ah que felicidad en Cristo, que satisfacción, que plenitud! Las palabras no son suficientes para describir el gozo que llevo por dentro al ver como Dios concedió los anhelos de mi corazón y la nueva que nos dio. Lo más importante en nuestra relación de matrimonio es tener a Dios en el centro, donde EL sea el primero en nuestras vidas.

Desde que nos casamos, hemos vivido lo que algunos considerarían un verdadero camino de fe y auto sacrificio, pero mi esposa no se ha quejado de nuestras circunstancias difíciles. Con el tiempo Dios nos ha dado una bonita casa, pero todas estas bendiciones han sido el resultado de buscar juntos al Señor. La Biblia dice, “Deléitate asimismo en Jehová y él te concederá las peticiones de tu corazón.” (Salmo 37:4). También tenemos otra convicción, que nunca seremos capaces de decirnos el uno al otro que nos casamos con la persona equivocada, y eso lo sabemos por la forma en que Dios orquestó todo


El amor entre marido y mujer que crece con los años de relación matrimonial no florece de manera automática cuando se manifiestan los votos o se entrega un anillo. ¡Se tiene que cultivar!

Queridos jóvenes, cuando ustedes lean este testimonio, por favor no piensen que nuestra historia es extraña. Conocemos personalmente a muchos matrimonios en nuestra iglesia actual: “AMOR VIVIENTE” que no se dieron al “juego de enamorarse solamente”  sin el compromiso de matrimoniarse,  y ahora están felizmente casados, sirviendo al Señor. Lo que todos ellos tienen en común, es un maravilloso testimonio de su fidelidad del uno hacia el otro, producto de su relación con Dios. ¿No les gustaría tener un testimonio así  para contarles a sus hijos y nietos? Sean pacientes, pues en el tiempo de Dios, él traerá a su vida  a la persona idónea de acuerdo a Su voluntad perfecta. A los solteros que están seriamente pensando en casarse les doy este consejo: “Hagan la elección de su compañero o compañera matrimonial muy cuidadosamente y en oración porque no hay cambio o devolución. Y mantengan un hogar centrado en Cristo. ¡Todo lo demás descansa sobre este fundamento!   

¿Qué más puedo decir? En lo personal, ha sido una alegría permanente vivir con alguien que sé, el Señor dispuso para mí. María del Carmen  es simplemente perfecta para mí, como lo describió Charles Swindoll, la pieza que faltaba en el rompecabezas de mi vida.  Del mismo modo, el Señor sabe lo que es mejor para su vida. Si le da el primer lugar en su corazón, él le mostrará el plan que tiene para Usted.  Solo espere el tiempo de Dios.


Denis Quintanilla

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